89 | En el metro eres susceptible de ver todo

El metro. ¿A quién no sumerge en sus maneras surrealistas e imperecedera de lo cotidiano , de lo extraño doméstico?


Una sonrisa de medio lado con una pizza metrera en la emocionada cara de un niña que toma de la mano a su papá, emocionado, mientras, ambos absortos en la demostración de su filme preferido en VCD, de moda en estos momentos, pensando en llegar a Indios verdes, tomar el micro, caminar por el boulevard esas dos cuadras, llegar a casa a ver la película.

A un lado una columna vertebral contraída contemplando hacia dentro, el vacío sobre una silla de madera, que se ve más sólida y fuerte que esta personita contraída ya por la edad, con una caja de cartón cómo mesa frente a ella y una caja de mazapán a medio vaciar y otras dos de chicles de pastillas. Una bolsa de plástico imposible de abrir para sus temblorosas manos y un papel estrasa parece ser su comida. Le compro dos mazapanes y dos chicles, verde y morado.

Estoy rota, de verla de cerca, con mi bolsa de papas con mucho chile, hasta se me fue por otro lado, recordé que tenía un sándwich de jamón en la mochila y un yogurth de manzana que puedo darle.... Aprovecho compro la nueva de superhéroes.

Desconozco su vida, su historia, aunque compartimos el presente, el país, y el instante.

Estoy enojada conmigo, me confieso, espero el metro, subo, y me como mi yogurth de manzana y mi sandwich de jamón, espero llegar a Indios, tomar la combi, y caminar por las unidades habitacionales, llegar al depa y poner la tele.













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